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Seda y teja: la tradición de la mantilla en Semana Santa.

Hoy, Jueves Santo, serán numerosas las mujeres que dediquen la mañana a visitar Sagrarios con el atuendo que marca la tradición, la mantilla negra. Nosotras, desde Ataurique, queremos acercaros al origen, la estética y el protocolo de este atuendo tan nuestro y que nos encanta.

De origen incierto, algunos fijan su nacimiento en la civilización íbera, pues se han descubierto pequeñas estatuillas prerromanas que muestran mujeres con tocados muy parecidos al aspecto actual de la mantilla. Asimismo, hay quien fija su origen en el velo islámico y, es que aunque estemos hablando de una prenda estrechamente ligada a la religión cristiana, tras ocho siglos de dominio islámico son muchas las reminiscencias que nos quedan a día de hoy.

Exvoto íbero.

Dependiendo del lugar geográfico las mantillas variaban en cuanto al tejido, siendo de tejidos «gruesos» en el norte de la Península y otros más ligeros en el sur. En cualquier caso, en este momento se trataba de un «manto» sin peina cuya finalidad estaba más cercana al abrigo que al embellecimiento de las mujeres que lo portaban.

Aunque su uso era habitual ya en el siglo XVII, no será hasta la siguiente centuria cuando la mantilla se generalice entre la nobleza. Es entonces cuando esta prenda realizada en encaje se posiciona como elemento de distinción que no pasará desapercibida para reinas, nobles y por supuesto para los pinceles de los artistas más cotizados del momento.

En el siglo XIX, durante el reinado de Isabel II, amante del uso de tocados, la mantilla se instaurará como «prenda del momento» entre la reina y sus damas. Siguiendo el gusto de tan augusta persona, las nobles cercanas a la corte, así como las mujeres de la alta sociedad, comenzarán a utilizar la mantilla en diferentes actos sociales de índole religiosa o no. La mantilla entonces se va a imponer como símbolo de «lo español» y llegados a este punto, me parece de interés y necesario hacer alusión a «La Rebelión de las Mantillas». Entre los días 20, 21 y 22 de marzo de 1871, la princesa Sofía Troubetzkoy (de apellido nada español) encabezó una serie de manifestaciones llevadas a cabo por mujeres aristócratas ataviadas con mantilla defendiendo la estética típicamente española y su apoyo a la Casa de Borbón frente al reinado de Amadeo de Saboya.

Reina Isabel II. Federico de Madrazo.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la mantilla quedó relegada a un uso menos cotidiano pasando a usarse el pequeño velo con el que las mujeres cubrían su cabeza para ir a misa y que se usaba sin peina. No obstante, la mantilla seguía siendo un tocado signo de distinción y elegancia. Y es que si hubo una reina elegante, fue ella, Victoria Eugenia.

A día de hoy, parece que su uso vuelve a ser habitual en Semana Santa, donde cada vez más chicas jóvenes se animan a vestir un atuendo tan nuestro y que tanto realza la belleza femenina. Su uso no está solo limitado a la Semana Santa, en las bodas, su numerosas también las madrinas que acompañan al novio ataviadas con mantilla y teja. En estos casos, la mantilla suele ser negra, pues es este el color protocolario para su uso religioso. En el caso de la mantilla blanca, su uso queda relegado a las corridas de toros.

A continuación compartimos con vosotros algunas de las imágenes de principios del siglo XX que hemos extraído del Archivo Fotográfico Municipal.

En cuanto al protocolo… ¿sabemos cómo colocar la mantilla de manera correcta? A continuación te contamos cómo.

Lo primero, queremos recordar que nos estamos refiriendo al uso de las mantillas durante la Semana Santa, por tanto hablamos en todo momento de mantilla negra. Es necesario contar con 18 años para vestir la mantilla, para ello, el vestido debe ser negro, sin grandes escotes, no muy ceñido y por debajo de la rodilla, nunca mucho más corto que justo por encima de la rodilla. Asimismo, la mantilla no debe sobrepasar el largo del vestido. En cuanto a la teja,es conveniente que elijas una que se adapte a tus facciones y estatura, pues no todas tienen el mismo ancho ni la misma altura.

Por último, es importante saber que el Jueves Santo la mantilla ha de dejar la cara y el pelo descubiertos. En cambio, el Viernes Santo en señal de duelo, la blonda ha de cubrir la frente al menos entre 2 ó 3 centímetros.

Si quieres saber estas curiosidades y otras muchas más no dudes en elegir Ataurique, Gestión Cultural para tus visitas guiadas.

La Saeta. Julio Romero de Torres.

+info: imágenes procedentes de Museo Nacional del Prado, Archivo Fotográfico Municipal y Pinterest.

Un comentario

  • Paco Muñoz

    He de manifestar en primer lugar que es muy interesante la entrada, con una estructura muy profesional y didáctica. Enhorabuena. Si separo el aspecto religioso, que no comparto, no deja de ser un atuendo femenino que muy bien puede asimilarse a un traje regional determinado. Hace un tiempo, no sé cuánto recuerdo un debate, casi conato de guerra, entre la autoridad religiosa y ese mundo, parece que por tratar de prohibir que salieran las mantillas en las procesiones, y el conservadurismo trasnochado de limitar el largo de falda o los afeites, vamos como ponerle puertas al campo.

    Claro en el siglo XIX, Pedro Antonio de Revilla -un obispo ilustrado-, prohibió la semana santa como tal, entendiendo que tenía más deriva a lo folclórico que a lo religioso. De ahí vino la tradición (no sé si aún sigue, porque yo hace muchísimos años que no soy espectador de ese evento, antes en mi juventud a mí me gustaba por permitirme estar en la calle a horas descompasadas, respirar de noche el olor a azahar y tontear con el sexo contrario), de que solamente el Viernes Santo saliera detrás del Santo Entierro una representación oficial de cada una de la cofradías.

    Ni que decir tiene que los apoyos que tenía Revilla con la modernidad que traían los franceses, le fallaron y por descontado, para no cambiar la tónica de ser más papistas que el papa, lo mismo que algunos madrileños dijeron “vivan las caenas” e incluso se engancharon al carro del rey absolutista y felón, aquí abajo la prohibición fue muy contestada por muchos pueblos de la provincia. Ahora el mercantilismo, como en casi todo de la vida, impera sobre otras cosas.

    Saludos